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Entrevista a Susana Blas. comisaria del proyecto expositivo EN LUCHA COMÚN. De mujeres y hombres fem

A la convocatoria de EN LUCHA COMÚN. De mujeres y hombres feministas podían presentarse tanto mujeres como hombres. ¿Se ha presentado algún artista hombre?

Sí, se han presentado artistas masculinos en un 15% respecto a un 85% de artistas mujeres. Finalmente, de las diez instalaciones, hemos elegido una en la que hay un artista: Daniel Carretero, que forma parte del Colectivo di[ë]resist junto con Inma Haro. El nivel de los proyectos presentados era muy alto y hemos primado la calidad de los mismos y que respondieran a los distintos matices de la propuesta, pero ya solo por el hecho de que los hombres se animaran a participar estamos muy satisfechas.

¿Esta reducida participación de los hombres te sorprende, o es algo que de alguna manera te esperabas?

Es lo que esperábamos. Las mujeres llevan décadas trabajando los temas de género y conocen las teorías de la perspectiva feminista con mayor hondura, luego era lógico que presentaran más propuestas y formuladas de un modo más serio. Pero esto no impide que estemos muy contentas por haber recibido también proyectos de instalación de hombres.

El hecho de extender la perspectiva feminista a la participación directa de los hombres me parece una estrategia muy interesante y necesaria (en general y no sólo en relación con este específico proyecto artístico) de cara a la difusión de una educación no sexista y a la superación de los estereotipos y de las desigualdades que siguen existiendo, en la sociedad actual, entre hombres y mujeres. ¿Podríamos decir que es éste el núcleo temático central, el motor, de tu proyecto?

Absolutamente. Ese es el matiz importante del proyecto. Nosotras creemos que lograr una sociedad más justa en la que paulatinamente se elimine la desigualdad de género (considerando además los factores de clase y de raza), solo puede lograrse si nos implicamos todos los ciudadanos, no solamente las mujeres. Ser ciudadano feminista significa perseguir esa igualdad y luchar por ella, independientemente de ser hombre o mujer.

¿Crees que algo está empezando a cambiar, en las conciencias y en los hábitos de los hombres, con respecto a las cuestiones de género, o todavía seguimos estando lejos de una plena aceptación de la igualdad de condiciones y de trato entre hombres y mujeres?

Sí se perciben avances, pero no debemos ser ingenuas. Esos avances no son todo lo rápidos que quisiéramos porque al sistema capitalista no le interesa que se produzcan. Como las economistas feministas han explicado en tantos artículos e investigaciones, el sistema capitalista se sustenta en su base por una masa de población, más de la mitad de la humanidad (las mujeres), que se ocupan de los cuidados de los dependientes (niños, mayores, enfermos) en condiciones de precariedad (sin horarios, sin remuneración y con una entrega emocional imposible de pagar en términos económicos). Como mucho, algunas mujeres de la clase privilegiada, son sustituidas en su misión de cuidadoras por otras mujeres más pobres y débiles, de la cadena femenina de cuidados. En mi opinión, solo repartiendo estas funciones de la casa entre todos, revalorizando el papel de cuidar, y promoviendo otros modelos de sociedad y de actitud hacia el concepto tradicional de familia, esta situación evolucionará de verdad hacia modelos más equilibrados y justos.

¿Qué papel juega hoy en día, en tu opinión, la mujer dentro del sistema del arte globalizado, en general, y dentro del español, en particular?

Considero que el arte no es más que una esfera más del sistema global, y tristemente, en el contexto del arte, las mujeres, también realizan las funciones de coordinación y de mantenimiento, “de cuidar”, tal y como lo hacen en el hogar. Sobre este tema escribí hace unos años un artículo desde mi experiencia personal: “Trabajadoras del arte y economía de cuidados. Una valoración desde la experiencia personal”.

Según el crítico italiano Renato Barilli, uno de los fenómenos más significativos del los primeros lustros del Siglo XXI, dentro del sistema del arte, es la total reconfiguración de la relación hombre-mujer en favor de un protagonismo cada vez mayor de las artistas mujeres. En su opinión, esto habría conllevado un cambio fundamental, no sólo a nivel poético sino también, y sobre todo, a nivel antropológico, que estaría transformando el rostro mismo del arte. ¿Existe, en tu opinión, una especificidad femenina en el arte, es decir, un arte de género con características propias y distintas, capaz de modificar la manera tradicional de entender el arte?

No creo que exista un arte propiamente femenino. Lo que sí existen son artistas (hombres y mujeres) que comparten unos intereses, hacen trabajos con estas preocupaciones, y pueden presentar similitudes formales o de contenido; pero la perspectiva desde la que cada artista trabaja es individual, más allá de ser mujer u hombre.

¿Existen un arte feminista masculino?

Empezaré diciendo que existen personas que tienen un posicionamiento y un compromiso feminista, pero no creo que exista un arte feminista. Se trata de cosas distintas. Una pieza de arte siempre está abierta a multitud de valoraciones e interpretaciones. En mi opinión no existen obras de arte feminista femenino o masculino; existen artistas con un compromiso vital feminista que impregna el arte que hace y otras facetas de su vida: sus escritos, su vida en sociedad, sus relaciones familiares, etc.

Entre las propuestas que se han presentado a la convocatoria has seleccionado diez proyectos. ¿Ha sido una elección difícil? ¿Qué criterio (o criterios) has utilizado?

Ha sido muy difícil porque el nivel de las propuestas era altísimo y me fascinaban muchas. Era difícil elegir y enseguida Tonia Trujillo y yo nos dimos cuenta de que debíamos pensar la muestra en conjunto. Teníamos que tener una idea de exposición en la cabeza, más allá de que las obras recogieran las temáticas de la convocatoria. Y la primera decisión fue huir de la espectacularización y de los grandes formatos. Pensamos que podríamos hablar desde lo micro a lo macro, de lo personal a lo colectivo, personalizando lo político, de ahí que alejándonos del efectismo, preferimos sutiles instalaciones, en algunos casos diminutas, que hay que encontrar y en las que hay que detenerse.

Del mismo modo que el sencillo gesto de abrir un pequeño libro puede despertarnos a nuevas formas de pensamiento, nuestras instalaciones escondidas reclaman al paseante un esfuerzo de reflexión y un compromiso.

¿Has privilegiado algún formato o tipología de obra en concreto?

Tampoco queríamos pasar por alto que estábamos inmersas en una feria de libros, de libros de artistas, y que eso implica pensamiento, estudio, memoria, reflexión. Por ello se eligieron proyectos que en muchos caso se relacionan con la acción de leer, que homenajean el papel y el libro, y que a veces entran en diálogo con el propio edificio: la Biblioteca Eugenio Trías. Es el caso de los collages de Aurora Duque que situados en la Sala de revistas dialogan irónicamente con las revistas rosas, o la revisión del pasado del edificio como antigua “Casa de Fieras” que hace Diana Larrea. De modo que “lo micro”, “lo escondido”, “el diálogo con la memoria de los espacios”, son aspectos que han estado muy presentes en la elección final de los formatos.

¿Puedes adelantarnos algo de lo que se va a encontrar el espectador? ¿En qué consistirá concretamente la exposición?

La exposición, titulada “En lucha común. De mujeres y de hombres feministas” la componen diez instalaciones que se adentran en las tensiones emocionales, las contradicciones afectivas y los retos colectivos a los que nos enfrentamos para construir una sociedad justa e igualitaria. Ponemos el énfasis en cómo la lucha feminista por la igualdad de género empieza en lo personal, desde el territorio de lo cotidiano; de ahí la importancia de revisar en casa los conceptos de respeto, diálogo, conciliación, responsabilidad y cooperación.

Distintos problemáticas sobrevuelan la exposición: la necesidad de la transformación de roles y de estereotipos, la violencia contra las mujeres, la economía de cuidados, el lenguaje machista y la educación no sexista, entre otras.

Como te comentaba anteriormente, la idea es que estas piezas no se vean de un modo evidente al entrar en la feria, sino que el visitante, ayudado por una señalización concebida expresamente, las vaya descubriendo y tenga el espacio y el tiempo para analizarlas. Para ello hemos utilizado ventanales, lugares de tránsito, zonas de uso común de la biblioteca, pasillos, huecos detrás de ascensores, y no los espacios centrales más evidentes. Las ubicaciones, son parte del concepto.

¿Destacarías algo en particular de este proyecto expositivo?

De este proyecto, en primer lugar, destacaría que hubiera sido imposible realizarlo sin el trabajo de Tonia Trujillo, la coordinadora. Precisamente de mujeres coordinadoras y de conservadoras en la sombra está lleno el mundo del arte. Sin ella, “En Lucha común” no existiría. Justo de esto estamos hablando en esta muestra: de poner al mismo nivel las labores de todas los trabajadores del arte. Quiero destacar la entrega y la enorme calidad del trabajo de Tonia para sacar adelante estas diez instalaciones.

Y en segundo logar quiero agradecer y destacar que Oscar Nembrini, miembro de la asociación AHIGE (Asociación de Hombres por la Igualdad de Género), nos acompañe en la mesa de debate. Creo que hay que conocer que hay grupos de hombres feministas en todo el mundo que se están organizando para crear otros modelos de sociedad en los que ellos también participen y disfruten de los cuidados, de la crianza, y de una vida más igualitaria.

¿Qué puede aportar el arte a esa lucha común a la que se refiere el título de tu proyecto?

El buen arte debe generar pensamiento crítico, y nosotras buscamos que los visitantes que se acerquen a sentir las instalaciones piensen sobre los temas abordados, que sus conciencias se revolucionen.

¿Crees que el arte tiene un valor político (en un sentido amplio del término)? ¿Debe (o puede) el arte cambiar el mundo?

Todo arte tiene un posicionamiento político. Incluso el arte más formalista o decorativo está optando por determinados valores y actitudes y está prescindiendo de otros, y eso es ya una declaración de intenciones, aunque la artista no sea consciente.

En mi opinión, más que cambiar el mundo, el arte cambia a la personas a nivel individual y eso es un motor de cambio con un potencial inmenso. El arte, y la cultura en general, te hace crítico y eso te otorga un enorme poder. De ahí que el sistema no quiera que la cultura se plural y comprometida.

El arte es también un bálsamo en los malos momentos que nos toca pasar en la vida. Trato de enseñar a mis hijos que “el arte te salva de muchos pesares”, pero tampoco impongo su estudio. Pienso que tanto el arte como la afición por la lectura se enseñan “por contagio”, nunca por imposición.

¿En qué otros proyectos estás trabajando actualmente?

Todos mis proyectos comienzan como escritura, y luego, con el tiempo, algunos adoptan otros formatos: una exposición, una publicación más ambiciosa, unas jornadas de debate… etc. En este momento estoy escribiendo varios ensayos, pero quizás destacaría el texto-conversación que he preparado para el catálogo del pintor Santiago Lara (Tomelloso,1975), sin duda uno de mis pintores favoritos, para su primera exposición individual en Alemania, en la galería POP68 de Colonia, que inaugura el 11 de junio.

La peculiaridad de este texto es que le pedí a Santi mantener la charla sobre los referentes literarios y cinematográficos de su obra (que por otra parte es tan colorida, outsider y emocional), mientras jugábamos al ajedrez. Intuí que añadir esta dificultad permitiría a nuestro cerebro desviarse por caminos insospechados. Desconectada la memoria base, la accesoria se perdería en los rincones, en los lugares de nadie de la mente, en las carreteras secundarias. Y así fue. El resultado nos ha conmovido mucho… Bueno, el arte es eso: conmoción.


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